Ya se sabe desde hace tiempo, como las
emociones tienen una total repercusión en el estado físico y en la salud del
Ser humano.
Pero hay un factor más profundo que
requiere ser tenido en cuenta para recuperar la salud de nuestros cuerpos
físicos y álmicos, y es la conciencia.
Nuestra materia está sostenida por nuestra
conciencia, aquello con lo que nuestra conciencia está alineada es lo que esta
nutriendo a la materia.
Pero dentro de nuestro ADN y códigos
genéticos existen mutaciones que nos impiden llevar nuestra materia a un estado
más elevado de conciencia.
Una conciencia de muerte se ha ido
imponiendo en la humanidad de un modo cada vez más contundente.
En las sociedades llamadas desarrolladas
existe esta conciencia de muerte filtrándose día a día en nuestras vidas.
Los medios de comunicación están llenos de
contenidos de muerte.
Películas, series y más series de muertes,
asesinatos, juegos para niños de muerte y destrucción.
Ropa para vestir cada vez más sintética y
que no permite que el cuerpo pueda respirar.
Cosméticos con derivados del petróleo y
sustancias químicas altamente tóxicas que entran en nuestros cuerpos a través
de la piel.
Y los alimentos. Es a través de la
alimentación como mayormente esta conciencia se ha ido instaurando en nuestros
cuerpos físicos.
A nivel general cada vez más los alimentos
son procesados para despojarlos de su energía vital, la energía de la vida.
Esto sumado a las aguas que están también
despojadas de su frecuencia de luz y de su capacidad creadora de vida.
Bajo una campaña de hacer la vida más
cómoda, los alimentos se han ido desnaturalizando y convirtiéndose en
verdaderos venenos energéticamente hablando.
Pero el Ser humano ha creado tanta
desconexión con su cuerpo físico que no es consciente de cómo estos alimentos
están disminuyendo su energía vital, su estado de ánimo, su capacidad para
conectar con la fuente de vida. De esta manera la materia cae tantísimo en su
vibración que hace que los seres humanos permanezcan en estados muy limitados
de conciencia; es como arrastrar un gran lastre que dificulta nuestro despertar
y nuestra evolución.
Cada vez aparecen más enfermedades,
síndromes, alergias, intolerancias y síntomas que ya ni siquiera tienen un
diagnostico, pues ya no se sabe ni lo que es ni cómo tratarlo.
Es necesario que haya un cambio en la
conciencia para que nuestros cuerpos físicos puedan recuperar la salud, para
que vuelvan a estar alimentándos por energía viva no solo a través de la
alimentación sino también a través de la conciencia en que vivimos.
Para ello es necesario la sanación a nivel
de alma, sanar nuestras heridas más profundas en nuestra conexión con la vida y
con el espíritu. Volver a recuperar nuestra capacidad de conectar con la fuente
de la creación y alimentarnos de esa conciencia. Recordar que somos hijos de la
Vida.
Hace muchísimo tiempo en antiguas
civilizaciones el hombre era muy consciente de su conexión con la fuente de
vida. Su vínculo era directo y por lo tanto su conciencia, su materia y sus
cuerpos energéticos estaban alineados con esa conciencia de vida. Pero esa
conexión se fue perdiendo, el alma sufrió esa perdida y quedo desvinculada
creando una sombra, un lugar donde ya no crecía la vida, y así nuestra materia
en lugar de ser alimentada directamente de la fuente comenzó a serlo desde
niveles más bajos de conciencia, nuestros pensamientos y emociones comenzaron a
ser el filtro con el que se alineaban nuestros cuerpos físicos y las carencias
que sentíamos se fueron reflejando cada vez más en nuestro estado de salud y en
nuestra energía vital. Y así nuestro ADN se fue dañando cada vez mas generación
tras generación creando todas las distorsiones y enfermedades con las que ahora
nos estamos enfrentando.
De nuevo debemos alinearnos con esa fuente
de vida, salvar esa separación que se creó en nuestra conciencia para recuperar
nuestro estado de unidad y sentir de nuevo la fuerza de la vida.
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