miércoles, 30 de enero de 2013

El laurel y la soledad

La esencia del laurel es un camino a nuestro interior, su energía nos lleva hacia dentro, hacia la conexión con uno mismo, hacia nuestra profundidad. 
Al tomar esta esencia mantenemos esa unión interna que nos hace ser conscientes de nosotros y de lo que somos. Lo cual es vital para todo trabajo de sanación y de crecimiento interior que queramos hacer.

En todo proceso de sanación interior o de crecimiento personal se emprende un camino a través de cual vamos reconociendo todos los contenidos que hay en nuestro interior, esto pueden ser traumas, emociones como tristeza, dolor, rabia… Podemos encontrar creencias erróneas sobre nosotros mismos, sobre la vida, sobre las relaciones, y lo que es mas doloroso, encontramos fragmentos de nosotros mismos que durante muchísimo tiempo han permanecido solos y ocultos, en algún lugar oscuro de nuestro interior donde jamás han podido recibir amor y aceptación por nosotros mismos. 
Estas partes separadas y fragmentadas crean un abismo, un vacío, entre lo que somos como esencia y la parte desde la cual estamos funcionando y experimentando la vida. Es ese vacío y esa separación interna la que crea el sentimiento de soledad.
Siempre se suele pensar o proyectar que algo o alguien del exterior nos ha causado nuestras mayores heridas y aunque pueda ser así, la mayor herida que hay en nosotros es la de no podernos amar. En ese camino hacia nuestro interior encontramos esos fragmentos que han sido rechazados tantas veces, que incluso hemos querido aniquilarlos y de los que nos hemos sentido avergonzados, negando de esta forma una parte de nosotros mismos, precisamente nuestra parte mas herida, la que necesitaba de nuestro amor y de nuestra comprensión, la que pedía a gritos que la abrazáramos y la comprendiéramos para que se hubiese sentido aceptada y hubiese encontrado un sentido a su existencia, un lugar al que pertenecer. 
Pero tenemos muchas resistencias a reconocer esas partes internas, nos da tanto miedo entrar ahí que creamos ese abismo, ese vacío que nos mantiene separados de todo ese contenido. Y entonces lo que hacemos es buscar desesperadamente algo en el exterior que nos quite ese malestar interno, recurrimos a cosas que nos distraigan o nos den un placer inmediato para  así no sentir ese dolor que quiere asomar de nuestro interior,  buscamos llenar ese vacío con comida, dulces, televisión, tabaco, drogas, alcohol, sexo… o buscamos esa terapia milagrosa o ese curso milagroso que nos hará despertar de golpe y salir así de esa incomoda sensación. O buscamos desesperadamente a esa persona, una pareja, un hijo, alguien que nos acepte y nos ame como somos, tanto como en realidad necesitamos amarnos a nosotros mismos…
Pero nada de esto funciona, a lo mejor podemos estar un tiempo auto engañándonos, llenándonos desde la ansiedad con cosas de fuera, pero tarde o temprano ese dolor interno hace por aflorar de nuevo.
Da igual que estés rodeado de placeres, de personas que te quieran y te acepten, ese sentimiento de soledad interno estará ahí hasta que sea uno mismo el que cruce el abismo y se reúna con esas partes fragmentadas.
Cuando por fin conseguimos vencer esas resistencias, esos miedos y logramos el reencuentro con nosotros mismos, nos damos cuenta que no podía haber nada en el exterior que pudiera hacer ese proceso por nosotros. Nos damos cuenta que  no hay nada que nos haga sentir mas plenos y mas felices que el amor y la total aceptación de uno mismo.

Así, que en ese camino de sanación y de crecimiento interior que iniciamos lo que encontramos al final del camino es a nosotros, y al conseguir esa totalidad da igual que no haya nada a tu alrededor, da igual que no haya nadie en kilómetros a la redonda, da igual, ya no te sientes solo, la soledad ya no esta dentro de ti porque estas contigo,  y tu eres el ser mas maravilloso y la persona con la quieres compartir el resto de tu camino, todo lo demás que nos traiga la vida, serán regalos y bendiciones por añadidura.

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